Estación de Canfranc
El 18 de julio de 1928 los presidentes de España y Francia inauguraban la Estación Internacional de Canfranc, lo que suponía todo un hito histórico tras casi 80 años de aspiraciones por una conexión Madrid-París por Aragón. Un rayo de luz para estos oscuros y recónditos valles pirenaicos. Una puerta hacia el nuevo mundo, hacia Europa y la modernidad.
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Sin embargo, el Canfranc ha tenido una vida tumultuosa y nada fácil. Su construcción desafió el ingenio de los que lo hicieron realidad y supuso un hito técnico sin precedentes en nuestro país. Los numerosos problemas que planteaban una subida de gran pendiente hasta 1200 m de altitud y la excavación de varios túneles para atravesar el macizo montañoso empujaron los límites tecnológicos de la época.
Se eligió el valle de Arañones para la construcción de la nueva estación ya que cumplía los dos requerimientos exigidos. Uno de carácter práctico, ya que era la única parte del valle del Aragón con suficiente anchura para situar la plataforma ferroviaria. Y otro, de carácter militar, puesto que España temía una posible invasión desde el país vecino y Arañones se prestaba a una mejor defensa que la vecina Villanúa.
Para la construcción de la estación, fue preciso reforestar todas las laderas del valle con más de dos millones y medio de árboles y canalizar los barrancos, ya que el riesgo de aludes era muy alto. Además, para la realización de la enorme plataforma ferroviaria fue preciso el relleno con más de 20 metros de altura de tierra y el encauzamiento del río Aragón.
El complejo ferroviario ocupa 20 hectáreas y cuenta con más de 20 vías y una decena de edificaciones con estructura metálica de gran valor patrimonial y cultural. El edificio principal, catalogado como Monumento, es de estilo beaux-arts francés, mide 240 metros de largo y cuenta con 75 puertas en cada lateral. Presenta una estructura de cinco cuerpos articulados por un gran hall central coronado por una imponente cúpula.
El tráfico siempre fue irregular y vivió sus años más intensos durante la Segunda Guerra Mundial, cuando en el andén francés ondeaba la cruz gamada. Canfranc fue lugar de paso de refugiados, espías, generales alemanes y, sobre todo, de un intenso tráfico de mercancías ilícitas entre el régimen nazi y el franquista.
Una mañana de marzo 1970 un tren de mercancías realizaba el trayecto internacional por última vez. Un accidente destruyó el puente de L'Estanguet en el lado francés y el gobierno de la República nunca lo reparó. Hace ya más de 45 años que ningún tren aparece por la boca del Túnel Internacional de Somport.
Hace ya más de 45 años que la Estación languidece lentamente al compás del melancólico tren que, renqueante y vacío, aún llega al andén español, ante la indiferencia de unos, el desprecio de otros y la vergüenza de todos.